Las deidades romanas del hogar

La antigua Roma disponía de un amplio abanico de deidades, muchas de las cuales estaban inspiradas en las deidades griegas, por no decir que eran prácticamente copias de éstas, esto se debe a que los romanos cuando llegaron a Grecia se quedaron fascinados con la cultura helénica. Roma como pueblo no gozaba de una cultura propia con raíces tan profundas, rebosante de leyendas y mitos, con dioses que se aparecían en numerosas ocasiones y ayudaban a los mortales o simplemente los sumían en la más absoluta de las miserias. Por ello, no dudaron en apropiarse de muchos mitos y leyendas griegas, como la inclusión de la figura de Eneas en la guerra de Troya, con el objetivo de enriquecer su cultura y para poder decir saí que eran descendientes de los propios dioses. Tanto les encandiló la cultura griega que se llevaron numerosas estatuas y columnas, y como consecuencia de ello no tuvo que pasar mucho tiempo para que toda Roma estuviera embellecida con estatuas, jardines y edificios de mármol.

Pese a la gran influencia de la cultura griega, los romanos disponían de dioses propios como es el caso de los dioses del hogar: los Lares, Manes, Penates y Genius loci. Estas deidades no aparecían en las grandes leyendas como otros dioses, pero aún así eran igualmente respetados y queridos por los romanos, debiéndose esto a que eran las deidades encargadas de proteger el hogar y la familia, algo de incalculable valor en Roma.

 

LOS  LARES

 

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Deidades lares a ambos lados con un genius loci en la parte inferior


En un principio los Lares eran venerados dentro del ámbito rural, esto se cree, debido a los numerosos sacelio (pequeña sala o recinto consagrada a una deidadque se erigieron  en el campo en su honor. También era muy comunes las compitalia, eran fiestas que se celebraban en las encrucijadas de las calles y caminos en honor a los dioses lares. Posteriormente la religión de los Lares se exportó a las ciudades dónde se adaptó a las necesidades de la vida urbana. Estas deidades se representaban bajo la figura de adolescentes portando un cuerno de la abundancia en una mano y moviéndose de manera esbelta sobre la punta del pie, con vestiduras cortas como corresponde a las deidades ágiles.Los dioses lares tienen su origen la cultura etrusca, y son los encargados de de velar en la encrucijadas y en los recintos domésticos. Tal y como narra el propio Ovidio, son hijos del dios Mercurio, por tanto, se cree que poseen las mismas funciones que éste, que es el dios de las encrucijadas y de la prosperidad. Cuenta también la leyenda que Lar familiaris (protector de las familias) era el padre del rey Servio Tulio (sexto rey de Roma), el cual nació de la unión de Tarquino y una esclava de Tarquin, esposa de éste, al levantarse de él un falo de ceniza cuando se encontraba junto al hogar.

LOS  MANES 

Se les conocía también como las Erinias, y esto se debe a que el vocablo manes en latín significa «los benévolos», por ello de esa manera la gente de forma involuntaria se los congraciaba con solo nombrarlos. Era casual atribuir a los manes un antecesor común, la cual era la diosa Mania, o madre de los manes.Otras deidades del hogar eran los Manes, los cuales eran según las creencias romanas las almas de los muertos. También eran las encargadas de velar por el hogar, por ello el pater familias, haciendo las veces de sacerdote oficiaba ritos religiosos y ofrendas en el hogar, en honor a estas éstos.

 

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Lápida consagrada a los dioses manes

Como los propios lares, los manes también eran objeto de culto; se les llegaba a ofrecer vino, miel, leche y flores. Tenían dos fiestas consagradas especialmente para ellos: la rosalia, en la cual se adornaban las tumbas con rosas y violetas y las parentalia, fiestas celebradas del 18 al 21 de febrero en honor a los difuntos de la familia. Se cree que ésta última celebración fue introducida en Italia por Eneas, el cual instauró esa fiesta en honor a su padre Anquises. Otra de las leyendas cuenta que una vez se olvidaron en Roma de celebrar la festividad en honor a los muertos y estos se vengaron de la ciudad, saliendo de sus tumbas y esparciéndose por todas partes. Y la única manera que hubo de aplacarlos fue la de la celebración de dichas festividades.

 

LOS  PENATES

Los penates eran dioses domésticos encargados de proteger el hogar, en concreto, el almacén o despensa de la vivienda. Reciben ese nombre de «penus» que en latín significa almacén. Se solían asociar a la diosa Vesta, diosa del hogar, al igual que los lares, aunque son significativamente distintos. Mientras los lares eran representados mediante estatuas culturales, los penates en un principio eran considerados como meros poderes invisibles, es decir, como entes abstractos que velaban  por la hacienda romana.

Se conoce que había dos tipos de penates, estaban los que tenían la función de cuidar la vivienda particular y los penates del Estado, los cuales se cree que había traído Eneas a Italia, ante dichos penates del Estado los magistrados públicos prestaban juramento. Finalmente los penates serían representados como dos jóvenes sentados, y tendrían un templo en la colina Velia, en Roma.

GENIUS LOCI

Además de las deidades mencionadas, la mitología romana recoge la figura de los genios, que se representaban con forma de serpiente. Los genios son son seres inmanentes tanto a los individuos como a los lugares. Nacen a la par que la cosa o persona a la que están ligados, y su función es conservar la existencia de ésta. Los genios juegan un papel importante y misterioso en la generación de individuo y presiden la bodas. ya que según creían los romanos hay un «genio» del lecho nupcial, el cual, dispensa fecundidad a la pareja.

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Representación de genius loci

En la época de imperio romano hasta el emperador tenía su propio genio, y el Genio del emperador era terrible, ya que, éste tenia sobre el resto de genios el mismo poder que tenía el propio emperador entre los ciudadanos romanos. poco a poco los genios se fueron considerando como elementos inmortales de las personas, identificándose con los manes. En Roma era tan importante que hubiera un «genio» dentro de cada cosa que hasta los dioses tenían sus propios genios, como el genio de Júpiter o el de Marte. Por otro lado, las mujeres en vez de tener genios tenían Junos. Las junos las tenían desde las mujeres de romanas más humildes hasta las propias diosas, se entendía que eran como su «doble» divino, el cual personificaba su feminidad y a su vez las protegía.

 

VESTA

Pese a que en esta entrada pretendía hablar únicamente sobre las deidades menores del hogar, no puedo acabar sin hacer mención a la diosa del hogar por excelencia dentro de la mitología de Roma, Vesta.

Siendo una de las doce grandes divinidades, tiene su origen en Hestia, deidad griega, teniendo la función de cuidar del hogar, en concreto, la de presidir del fuego del hogar doméstico. El culto a esta diosa estaba bajo el control de Pontífice máximo o Gran Pontífice, asistido a su vez por las vestales, sobre las que ejercía una autoridad paternal. Las vestales eran las sacerdotisas consagradas a Vesta,  éstas debían ser vírgenes, de padre y madre reconocidos y de gran belleza.
Se cree que el culto a Vesta fue introducido en Roma por Rómulo, aunque hay historiadores que dudan de ello al ver donde se está situado el tempo de Vesta. El templo circular, al más puro estilo de las antiguas cabañas de la Lacio, destinado al culto de la diosa del hogar no se encuentra en el interior de la ciudad Palatina, sino al margen de ésta, en el Foro romano. El Foro está ubicado  fuera de los límites de la ciudad delimitada por Rómulo, esto hace difícil creer que el culto fuera introducido por él.

El animal sagrado a la diosa es el asno, durante las Vestalia (mediados de junio), se coronaba a los asnos con flores y no se les hacía trabajar. Para dar explicación a dicha celebración con posterioridad se  ideó la leyenda en la cual la diosa Vesta, casta entre todas las deidades, habría sido protegida por un asno, frente a la tentativa amorosa de Príapo.

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Templo consagrado a la diosa Vesta en Roma

BIBLIOGRAFIA

-CONNOLLY P.: La guerra en Grecia y Roma, Desperta Ferro Ediciones.

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